el bosque de las cenizas

Por Tom Levitt

Tom Levitt: ¿Necesitamos realmente comer carne los seres humanos?

Jonathan Safran Foer: Los humanos sentimos el deseo de comer carne, sin lugar a dudas. También tenemos deseo sexual, pero eso no significa que no contengamos nuestros apetitos. Los humanos somos expertos en contener nuestras apetencias, lo hacemos todo el tiempo. Esta capacidad de decir no es precisamente lo que nos distingue de los otros animales y es la culminación de nuestra evolución. El hecho de que la gente haya comido carne desde hace mucho tiempo, que nos apetezca, o que nuestros cuerpos parezcan haber evolucionado para hacerlo, no significa mucho para mí. Lo que me interesa es la posibilidad de reflexionar  sobre ello, de considerar las consecuencias y de tomar una decisión al respecto. A veces, optar por dejar de hacer algo que nos gusta puede ser una expresión más plena de nuestra humanidad.

TL: ¿Imagina alguna circunstancia le hiciera volver a comer carne?

JSF: No creo que lo hiciera. No es necesario. En una isla desierta podría incluso comerme a un ser humano. Pero ése es un argumento equivocado, ya que se termina ignorando lo que está ante nuestros ojos, que son 50 mil millones de animales criados en granjas industriales cada año. Se trata de la causa número uno del calentamiento global, responsable de más emisiones de gases de efecto invernadero que todas las demás actividades contaminantes juntas y, según la ONU, una de las dos o tres principales causas de cada uno de los problemas medioambientales en el planeta. Significa hacer que nuestros antibióticos sean menos efectivos (proporcionamos a animales sanos una cantidad de antibióticos siete veces mayor a la que utilizamos en humanos enfermos) y supone hacer cosas a los animales que cualquiera encontraría repulsivas. Esto es de lo que hay que hablar, de lo que tenemos frente a nosotros, y no de una situación hipotética que podría darse de aquí a 50 años.

TL: ¿Es posible ser ecologista y comer carne?

JSF: Se puede ser una persona honesta y decir mentiras todo el tiempo, pero no creo que tengamos que entrar en si eso le descalifica a uno o no. Lo que puedo decir es esto: sabemos que el consumo de carne constituye, indiscutiblemente, la causa número uno del calentamiento global. Así que, ¿qué significa exactamente ser ecologista si no tomas en cuenta la causa número uno del calentamiento global, o una de las dos o tres causas principales de todos los demás problemas ambientales? ¿Significa eso necesariamente que no te preocupa el medio ambiente? Obviamente no, pero podría significar que tenemos un punto ciego que nos impide ver algo importante. Debo añadir que Greenpeace ha dejado de servir carne en sus reuniones. Oceana también está teniendo un gran debate interno sobre si debe servir carne y pescado en sus reuniones.

TL: Usted afirma que la ganadería industrial es como la pornografía: «es muy difícil de definir, pero la reconoces cuando la ves». ¿Puede explicarnos esto?

JSF: No se trata de un conjunto de tecnologías en concreto, se parece más a esa mentalidad que considera a la naturaleza un obstáculo a superar. Los animales necesitan un determinado espacio en la naturaleza, así que tal vez les podamos dar menos. La naturaleza permite que los animales pongan tal cantidad de huevos; tal vez podamos hacer que pongan el doble. La naturaleza sugiere que los animales necesitan esta cantidad de alimento; quizá nosotros podamos darles sólo la mitad. Es una especie de perversión de la naturaleza. Los pequeños agricultores tomar la naturaleza como guía y siguen sus indicaciones. Casi no necesitamos instrucciones para ello porque es algo muy dominante, no hay nada más con lo que comparar.

TL: ¿Los granjeros han sido apartados por el creciente predominio de la ganadería industrial? 

JSF: Sí, literalmente. He oído una y otra vez que los granjeros no se hicieron granjeros para dañar a los animales o para contaminar el medio ambiente. En realidad se trata de una forma de vida muy gratificante. Ahora sólo se cosecha o se cría un único tipo de cultivo o de animal. Antes era necesario tener muchos conocimientos, y había algo alegre en ver cómo se repite el ciclo de la vida y conocer a los animales como individuos, cuidar de ellos y darles una muerte sin dolor o tan indolora como uno podría esperar. Todo eso se ha invertido con la agricultura industrial. Para empezar, ahora todo está automatizado; a los pollos les meten en naves y vuelven en 45 días para mandarlos al matadero. Aparte de eso no hay ninguna intervención humana.

TL: ¿Son conscientes los consumidores de lo que representa la ganadería hoy en día?

JSF: Lo serían si tuviéramos leyes sobre la veracidad en el etiquetado. Así que mientras los envases de carne contengan imágenes de establos, pastos y cercas, seguiremos creyendo que es realmente así. Tenemos etiquetas en los paquetes de cigarrillos diciendo que fumar mata, no sé por qué no podemos tener etiquetas en los paquetes de carne diciendo que 60.000 de estos animales fueron criados en un cobertizo sin ventanas y les fueron administrados antibióticos desde su nacimiento hasta su muerte. Es la verdad, así que ¿por qué no habríamos de tener acceso a ella?

TL: ¿Por qué dirigió tantas críticas hacia KFC en su libro?

JSF: Porque son espantosos. El hecho de que ni Tyson, ni Smithfield ni KFC respondieran, da a entender que son conscientes de que cuanto más se hable y se piense sobre estas cosas, menos gente estará dispuesta a comer carne. La gente no se entera de más cosas sobre la ganadería industrial y quiere comer más. Es una industria que depende literalmente de nuestra ignorancia y silencio. Mi impresión es que su poder es enorme, y gastan decenas de millones de dólares en cabildeo cada año. Yo recibí un correo electrónico que decía «haz frente al bien financiado lobby vegetariano y apoya a los granjeros locales”. Así que investigué un poco y, en conjunto, los grupos de defensa del vegetarianismo gastan, en total, unos $ 600.000 al año, y no tienen empleados a tiempo completo, a diferencia de los numerosos grupos de presión de la industria cárnica. El lobby vegetariano no existe, pero la industria cárnica afirma que sí lo hay, en un intento de inventarse una determinada historia y marginar esa posición. Tratan de hacer que parezca que preocuparse por esto te convierte en un bicho raro o un hippy. A los pequeños granjeros les gustan los animales y el medio ambiente y quieren proteger a ambos.

TL: ¿Cuál es su punto de vista sobre la agricultura ecológica?

JSF: Como opción es indudablemente mejor que la ganadería industrial, pero tampoco es lo que la gente piensa. No necesariamente guarda relación con la forma de tratar a los animales, y no tiene nada que ver con la genética de éstos. Creo que mucha gente piensa en la carne ecológica como en una panacea – si compro carne de este tipo, habré cumplido con mi parte – pero, por desgracia, no es como la mayoría de gente cree.

TL: ¿Se puede ser, como sugiere Michael Pollan, un carnívoro ético?

JSF: Es casi imposible ser un carnívoro con conciencia medioambiental. Se necesita mucho tiempo y energía para asegurarse de dónde proviene realmente la carne, a través de qué proceso ha llegado hasta tu mesa, a qué distancia se encuentra la granja, qué hacen con los residuos que generan. Surgen un montón de preguntas. Michael Pollan es el mayor defensor del mundo de la alimentación ética, y sin embargo sigue comiendo carne de granjas industriales regularmente. Hace lo contrario de lo que defiende. Yo no soy alguien que crea en la pureza. Lo que me parece importante es poder hacer aquello en lo que creo, y me resultaría muy difícil hacerlo comiendo carne. No existe alternativa para ciertos viajes en avión, pero no comer carne es fácil. No es necesario. Sólo comemos carne porque nos gusta su sabor, y deberíamos dejar de fingir que existen otros motivos.

TL: ¿Qué me dice del sector lácteo?, ¿Sigue usted consumiendo productos lácteos y huevos?

JSF: En lo que respecta a la crueldad con los animales, sería mucho mejor comer una hamburguesa que beber leche. Indudablemente, lo correcto sería renunciar a ella, pero me resulta difícil hacerlo. Compro la leche y los huevos en un mercado de granjeros locales, pero los argumentos son exactamente los mismos. Tenemos que dejar a un lado las expectativas de perfección, ya que esto puede intimidar a gente que de otro modo haría un esfuerzo. La gente usa el miedo a la hipocresía para justificar la inacción total. Ojalá no fueran tan hipócritas como yo, pero creo que eso es parte de lo que significa ser persona.

Fuente: The Ecologist
Traducción: El Bosque de las Cenizas
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«Comer animales», de Jonathan Safran Foer, ha sido publicado por la editorial Seix Barral.