el bosque de las cenizas


ENTREVISTA A RICHARD POULIN (I)
octubre 8, 2009, 11:25 am
Filed under: Feminisme/o | Etiquetas:

Por Claudette Vaughan

Richard Poulin es un académico franco-canadiense y respetado autor de varios libros sobre el abuso sexual infantil, el tráfico de niños, la lucha contra la prostitución y la explotación de mujeres y niñas. Ha publicado varios libros sobre el sistema mundial relativo a estos temas en francés, italiano y portugués, pero aún no en inglés. En esta entrevista critica la prostitución, no sólo como instrumento de opresión, sino también como mercadeo, y da su experta opinión sobre la explotación que PeTA ejerce sobre mujeres y animales.

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¿Por qué la prostitución? ¿Qué le llevo a involucrarse en el estudio de la prostitución?

Una de mis motivaciones para analizar la explosión de la industria de la prostitución a escala mundial es el hecho de que los estudios sobre la globalización raramente toman en cuenta este aspecto fundamental en la dinámica del sistema capitalista actual. Existen muy pocos análisis que integren la dinámica de la globalización capitalista y el desarrollo de las industrias del sexo y su impacto en mujeres y niños (sobretodo niñas), y en la sociedad en general. En la globalización se encuentra una de las peores formas de encarnación de la prostitución. La victoria del neoliberalismo no sólo mantiene el ritmo, acelerando la sumisión hacia la mercantilización social, particularmente en las industrias del sexo, sino también aumentando la legitimación de la alienabilidad de los cuerpos.

¿Por qué la prostitución? Porque esta industria (que genera ingresos por valor de miles de millones de dólares, 1 billón según mi último libro sobre prostitución infantil), revela las tendencias actuales en la agenda de la globalización neoliberal. Nos permite entender mejor la mercantilización de la vida y de los seres humanos, la discriminación étnica, la opresión sexual y la sumisión de mujeres y niñas al síndrome del placer masculino.

Más allá de eso, comencé el análisis del sistema proxeneta liberal globalizado atendiendo a las apremiantes demandas de mis amigos/as feministas, que conocían mis estudios sobre pornografía. Creían que yo podría aportar una mirada diferente y estimulante al tema.

Para las personas que no están familiarizadas con su trabajo, ¿podría extraer lo más importante de su filosofía y su enfoque sobre la pornografía y la prostitución, por favor?

Tanto si es femenina -niñas, mujeres de cualquier edad- o masculina -niños, adolescentes y jóvenes, travestidos y transexuales-, la prostitución es una institución social de dominio casi exclusivamente masculino. Es una industria esencialmente dedicada al placer de los hombres y la demostración de de su supuesta superioridad. Para estos hombres, las mujeres que “se dedican” a al prostitución son “mujeres fáciles”, “mujeres de compañía”, un entretenimiento, un pasatiempo, etc. Son personas dominadas por su sexo, que “escogen” ser lo que son y quienes les gusta estar en la prostitución. Obviamente, el centro del análisis debe atacar frontalmente el problema.

Mientras se niegan cada vez más servicios a la población y existen disparidades sociales en Occidente, asistimos a un aumento de la financiación de las infraestructuras represivas -el ejército, la policía y la cárcel- y, al mismo tiempo, se promueve la normalización de la reclusión de mujeres y niñas en burdeles, y otros tipos de universos carcelarios. Ése es uno de los principales efectos de la regulación de la prostitución y de la legalización del proxenetismo.

El sistema de la prostitución fortalece las relaciones de poder y sociales sexistas, y legitima la sumisión y la mercantilización. Se basa en la explotación, la violencia y la dominación de un sexo por parte del otro.

El cuerpo humano es inalienable, en su conjunto o en parte. No puede, de ningún modo, ser mercantilizado. El tempestuoso crecimiento a escala mundial de una industria que explota la prostitución de millones de personas, cada año más y más jóvenes, cuyo desarrollo se ha acelerado con la globalización capitalista y la regulación liberal de la prostitución, nos sitúa ante una elección de la civilización. Como consecuencia, nos obliga a desarrollar colectivamente una política humanista de carácter ético y a la no mercantilización del cuerpo humano, en su conjunto o en parte. La mercantilización de los cuerpos y los sexos afecta sobretodo a los más vulnerables de la sociedad. Tiene un carácter marcadamente clasista y/o étnico. La prostitución plantea importantes cuestiones acerca de la pobreza, la desigualdad social, la marginación, la violencia (en particular la violencia sexual), el racismo, las relaciones entre países en el centro del capitalismo mundial y países en los “suburbios” y, especialmente, la opresión de las mujeres.

La lucha por la abolición del sistema proxeneta liberal y de lo que se deriva de él (el tráfico de mujeres y niños, turismo sexual desenfrenado, etc.), significa trabajar para poner fin al sometimiento de un sexo al otro y al proceso de mercantilización sexual en todas sus manifestaciones.

Si fue posible abolir la esclavitud, que constituyó uno de los fundamentos de la economía occidental durante cuatrocientos años, es realista creer que podemos abolir la prostitución.

La pornografía, una industria de “fantasía sexual”, ha invadido la esfera pública y ha colonizado los anuncios, los medios de comunicación, incluidas las revistas femeninas, la moda, la literatura, etc. Sus códigos y su ideología son socialmente trivializados y parecen tener el efecto de transformar no sólo las prácticas sexuales, sino también la relación con el cuerpo. En líneas generales, la pornografía es una representación, en palabras o en imágenes, de la subordinación sexual de las mujeres. La pornografía reproduce los viejos esquemas misóginos, patriarcales y alienantes.

La pornografía en la actualidad se caracteriza por un furor hacia los orificios sobre los que mantener primeros planos, y que son penetrados violentamente en todas partes, con cualquier cosa y de cualquier manera. Una cámara se introduce literalmente en el cuerpo femenino y busca la vagina y el ano, que se estiran hasta el límite. La pornografía puja al alza, siempre más violenta, deshumanizadora, mecánica, orgánica. Al mismo tiempo, intenta conquistar un mercado que todavía se le escapa: las mujeres.

En las revistas femeninas y para adolescentes abundan amables reportajes sobre estrellas del porno, sobre personas prostituidas felices de estar en la industria del sexo. Los artilugios que se venden en las sex-shops son probados y son objeto de promoción. Para sentirse bien con su vida, las mujeres y las adolescentes deben adoptar nuevas prácticas sexuales y usar los productos que dicta la industria del sexo. Es necesario que lo prueben todo y que aprendan a disfrutar de la sodomía, la eyaculación facial, la doble o triple penetración, etc.

La pornografía afecta profundamente a la cultura de aquí en adelante. Es la principal fuente de la que un gran número de personas, hombres, recibe su educación sexual. ¿Cómo afecta eso a sus mentes? La pornografía es una cristalización ideológica se que expresa en la filosofía de la época moderna. Revela, traduce y refuerza la desigualdad entre los sexos, y está dedicada a la superioridad masculina. En ella, los hombres encuentran su explicación, y la industria su beneficio.

Usted ha publicado un Manifiesto sobre la abolición de la prostitución. Como abolicionista entonces, ¿cuál es su postura, quién es su oposición y cómo ha sido recibido su enfoque abolicionista?

El abolicionismo representa un progreso ético y humano decisivo en relación a los otros regímenes legales que regulan la prostitución. Históricamente, el abolicionismo feminista se opuso a la prostitución porque es una institución de la opresión de las mujeres, de todas las mujeres y no sólo de aquellas que son prostituidas. Los vínculos entre la lucha abolicionista y la lucha política de las mujeres están estrictamente entrelazados: ayer fue ganar el voto para las mujeres y el cierre de burdeles, hoy, la igualdad y la paridad, junto con la denegación de la legalización de la prostitución ajena y la legalización de la desigualdad social.

El abolicionismo es la única posición que, desde el principio, se ha preocupado por las personas prostituidas y ha luchado por la aplicación de políticas de prevención y readaptación social.

La globalización capitalista ha ampliado y acelerado la mercantilización de la vida y la prostitución de mujeres y niños. El abolicionismo actual tiene que estar decididamente en contra de la mercantilización del sexo, así como de la mercantilización de las relaciones sociales, mediante el desarrollo de una política global que apunte, tanto hacia los proxenetas y traficantes, como hacia los clientes. Hay que combatir el orden mercantilizado y sexista, y promover la idea de que la venta del cuerpo y/o el sexo es un crimen contra la humanidad.

La igualdad entre mujeres y hombres seguirá siendo inaccesible mientras las mujeres y los niños continúen siendo comprados, vendidos y prostituidos de manera que un sexo permanezca oprimido por el otro, y mientras la prostitución no desparezca como lo hizo la esclavitud.

Los conservadores (prohibicionistas) y los liberales (regulacionistas) se oponen a la abolición de la prostitución.

Los conservadores creen que las personas que se encuentran en la situación de prostituirse eligen vivir en los márgenes. Creen que se trata, principalmente, de delincuentes, desviados o criminales, y que son totalmente responsables de su destino. De hecho, su punto de vista es que estas personas son fundamentalmente pervertidos y que son culpables del libertinaje que uno tiene que reprimir en la sociedad. Los conservadores piensan que las prostitutas saben muy bien cómo utilizar su “poder sexual” para hacer sucumbir a la gente más virtuosa, a cambio de ventajas materiales. Los conservadores sostienen que la persona prostituida es la instigadora de todas las relaciones sexuales comerciales, lo que exonera a los clientes de cualquier responsabilidad.

Los regulacionistas y los partidarios de la prostitución como «trabajo» también consideran que la persona prostituida elige su situación y que sólo una minoría de ellas es víctima de la prostitución «forzada». Afirman que la mujer prostituida ejerce un poder «sexual» y que, en consecuencia, les hace infantiles o victimiza a las mujeres prostituidas.

La prostitución niega la «autonomía» de las mujeres, negando sus derechos a la autodeterminación personal. Aceptan que no se cuestione ese «poder» femenino en la sociedad. Analizar la prostitución como una institución de opresión de las mujeres significa también, según su opinión, negar la palabra (la voz) a las mujeres prostituidas que han decidido racionalmente y con pleno conocimiento de causa ejercer este “trabajo” por las ventajas que éste les confiere. Naturalmente, los regulacionistas liberales pura y simplemente ignoran las inquietantes palabras de personas anteriormente prostituidas, que se califican a sí mismas como «supervivientes» y que se oponen a la prostitución.

Algunos de estos abogados que exponen la «libertad» asociada a la prostitución, no dudan en manifestarse a favor de intensificar la represión contra la persona prostituida que se niega a inscribirse en el sistema regulado; algunos de ellos se atreven a proclamar que se trata de «competencia desleal». El «derecho a la autonomía personal» de la persona prostituida es válido sólo cuando es sometido al sistema proxeneta liberal, de lo contrario es vilipendiado y negado.

Hace algunos años, el discurso favorable a la prostitución de otros dominaba completamente la esfera pública. Éste ya es el caso. Los abolicionistas canadienses han señalado numerosas cuestiones, han influido en la decisión de los responsables políticos y la opinión pública. Se han creado ONGs abolicionistas y son muy activas. Mi manifiesto se sigue de estas actividades. La recepción fue muy buena. Numerosos grupos (mujeres, sindicatos, etc.) en Canadá, Francia, Suiza y Bélgica lo están utilizando.

Fuente: Abolitionist Online
Traducción: El Bosque de las Cenizas

Leer parte II de la entrevista

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